viernes, 29 de abril de 2011

Sin título 11 (12 de diciembre de 2001)

Vaya infinidad,
dos gritos y un silencio.
Atardederes que caen
ante la magia de la luna.

Señora de la noche,
que ilumina la penumbra,
millares de estelas
que viajan por el tiempo.

Trayendo consigo,
de ilusión, simple momento.
Cual si fuese un beso reclamado,
hacia los cuatro vientos.

Y la quietud de la laguna
se agita cual tormena,
las hojas van cayendo
sobre la banca ya vacía.

A lo lejos suena una canción
oh dulce melodía!
vuelve como melancolía
con recuerdos del ayer.

Yo no pedí que el tiempo pase,
más aún, lo quise detener.
Pero mientras yo parpadeaba,
el tiempo se me fue.


Cual gato frente a su presa,
del ataque no avisó
y por esperar aquí sentada,
no lo ví, hasta que me tocó.

Tarde, al amandecer llega,
la luna pronto se esconderá
el silencio ya no suena
pajarillos comenzaron a cantar.

Y la ventana, persiste abierta
por si un alma llega
o logro yo escapar.
Le tengo miedo a la tiniebla,
que el sol nos pueda dar.

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