sábado, 9 de enero de 2016

Noche de verano (1)

Ahí estaba Pedro, sentado frente al fuego. A la  luz de las llamas no se distinguía bien su rostro pero podía percibirse ese perfil de quien lleva mucho tiempo encerrado en sus pensamientos y no da importancia al tiempo que transcurre mientras espera pues hay cosas más entretenidas en su cabeza.

-¡Buenas noches!
Parecía que mi voz lo había transportado de un profundo letargo y algo sorprendido volteó. 
A decir verdad lo había estado observando algunos minutos tratando de adivinar cuáles eran los parajes en los que volaba su conciencia. ¿Qué o quién distraía su atención?

-¿Cómo estás?
-Bien, disculpa el retraso.

Sentí como de un golpe el fuego parecía haber hecho algún efecto sobre mi y se encendían mis mejillas. La impuntualidad no era una característica mía pero justamente esa noche toda la ciudad había complotado contra mí.

-No hay problema, fui yo quien se adelantó -sacó un reloj de su bolsillo y al tiempo que sonreía volvió a guardarlo- recién son las 8:05. ¿Un escocés?- preguntó al tiempo que lanzaba un guiño hacia mí y llamaba con su mano a un mesero que estaba cerca.

La propuesta daba continuidad a nuestro último encuentro en el que habíamos hablado sobre toda la historia y ciencia que puede esconderse detrás de una botella de buen vino,  whisky o una taza de café.
Pedro había viajado por el mundo desde sus 12 años, hijo de madre diplomática y padre artista el era una mezcla equilibrada de sencillez y sofisticación. Por hogar había tenido desde lujosas mansiones en grandes capitales del mundo hasta construcciones precarias hechas con hojas cuando decidió irse de voluntario.

-En todo el mundo se supone que sólo se han hecho 3.000 botellas de lo que vamos a tomar. Llevo tiempo queriendo probarlo y tras la charla del otro día se me ocurrió que sería interesante que mi paladar dejara su virginidad en tu compañía. Por favor tomaremos Balblair 1975.

La cara de nuestro anfitrión se transformó como si no supiera de qué hablábamos, hechó una mirada a su supervisor y se retiró.

3000 botellas... esta seguramente iba a ser otra de sus excentricidades, excentricidades que me habían conducido a probar muchos sabores, olores, texturas, sonidos y viajes en los últimos meses...3000 botellas...  me puse en cuál era la probabilidad de que yo fuera a ser una de las personas afortunadas de acceder a una de ellas...

-¿En qué piensas?
- En que son sólo 3000 por tanto son muy pocos los llamados
- Jajaja, yo diría que son muchos los llamados pero no tantos los elegidos -guiñó nuevamente mientras me lanzaba una sonrisa desafiante, una vez más contra la fe que le había dicho profesaba y que él no entendía pese a los múltiples intentos de una tía abuela con la que vivió unos años durante su infancia en Alemania- es una bebida con bastante historia, entenderás...

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire cuando nos interrumpió el administrador de aquel encantador lugar, él en persona iba a servirnos la bebida. La luz de las llamas hacía que el ambar de la botella se tornara hipnótico... de pronto una idea pasó por mi cabeza.... 3000 botellas... ¿cuánto dinero tenía en mi cuenta? La vez pasada luego de pelear por quién pagaba la cuenta habíamos acordado que la siguiente oportunidad me tocaba invitar... y a decir verdad las salidas con Pedro podían oscilar entre unos cuantos centavos hasta unos varios cientos pero... 3000 botellas tal vez implicaba una cuenta arriba de tres ceros...

-He ahí, a tu salud y a la del tiempo que lleva esta botella deseando ser descubierta...






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